Native teacher offers private lessons of Mandarin Chinese of all levels in Las Palmas

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• ¿Dominas este idioma porque es tu lengua materna o porque un/a profe te ha dado ganas de aprenderlo?

  Es mi lengua materna, pero ha sido mi experiencia como profesora la que me ha permitido apreciarla desde una perspectiva distinta. Por ejemplo, de pequeña aprendí los caracteres chinos copiándolos a mano una y otra vez, hasta que se convirtieron en una especie de memoria muscular: al escribirlos, no necesito pensarlos. Sin embargo, al comenzar a enseñarlos, tuve que investigar más a fondo y descubrí cómo nuestros antepasados crearon cada carácter, las historias que encierran y la lógica que los sostiene. Eso me hizo amar aún más mi cultura y disfrutar mucho más las clases.

• Nombra un personaje histórico o ficticio que es, según tú, la fiel representación de la cultura que enseñas.

  Sin duda, Confucio. Aunque pueda parecer un cliché, su influencia sigue siendo profundamente relevante en la actualidad, no solo en países como China, Corea del Sur o Japón —donde el confucianismo se ha practicado y adaptado durante siglos—, sino también en muchas otras partes del mundo. Sus enseñanzas sobre la ética, la armonía social y el respeto siguen permeando valores, comportamientos y estructuras educativas en diversas culturas, lo que lo convierte en una figura emblemática de la cosmovisión china.

• ¿Tiene este personaje una expresión, una frase, o un comportamiento que te divierte particularmente?

  Aunque solemos pensar en él como un sabio solemne y serio, algunas de sus frases tienen un toque de ironía o una visión muy aguda que puede resultar divertida por su sinceridad y contundencia. Una que suele llamar la atención —y que podría decirse que tiene un “humor seco”— es:
  “El hombre sabio no dice todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice.”
  Este tipo de frases, tan afiladas y precisas, tienen algo casi pícaro: no es humor de carcajada, pero sí despiertan una sonrisa por su lucidez, como si Confucio nos estuviera guiñando un ojo desde hace más de dos mil años.

• ¿Por qué consideras que hablar este idioma puede ser importante (tanto desde el punto de vista escolar, como profesional o personal)?

  Indudablemente, China se está consolidando como una de las principales potencias mundiales, lo que hace que el chino esté destinado a convertirse en uno de los idiomas más influyentes y con mayor proyección global. En este sentido, aprender chino constituye una inversión estratégica tanto a nivel académico como profesional.
  Además, siendo una de las lenguas más antiguas aún en uso, el chino encierra una riqueza histórica y cultural fascinante. Para quienes se acercan a él por motivos personales, el aprendizaje puede convertirse en una experiencia profundamente enriquecedora y disfrutable.

• ¿Cuál es la principal dificultad de esta lengua y qué aspecto podría ayudar a aprenderla con más facilidad?

  Antes de hablar de dificultades, prefiero destacar lo accesible que puede resultar el chino en ciertos aspectos, para evitar que los estudiantes se sientan intimidados desde el inicio. Por ejemplo, no existen conjugaciones verbales como en español: el verbo no varía según la persona, el tiempo o el modo, lo cual simplifica considerablemente su uso.
  En cuanto a los retos, varían según el perfil del alumno. Para algunos, la dificultad reside en la pronunciación; para otros, en la estructura gramatical o en la forma de expresarse según la lógica del idioma (pensar como un hablante nativo, y no simplemente traducir del español).
  Como hablante nativa del centro de China, tengo un acento neutro, lo que facilita la comprensión. Además, gracias a mis conocimientos en fonética, puedo ayudar a superar las pronunciaciones más desafiantes (como zh, ch, j, q, entre otras). En cuanto a la estructura de las frases, he desarrollado una metodología propia que permite a los estudiantes comenzar a expresarse desde la primera clase.

• Cuéntanos una anécdota de tu experiencia como profe o como alumn@.

  Esta anécdota me la contó mi profesor de español cuando estudiaba en China, y suelo compartirla en las primeras clases (excepto con menores) para destacar la importancia de los tonos en chino.
  Una vez, mi profesor Miguel fue a comprar un helado. La dependienta le preguntó qué sabor quería, y él respondió que deseaba uno de vainilla (xiāngcǎo). Sin embargo, al pronunciar los tonos incorrectamente —tercer tono en lugar del primero, y cuarto en lugar del tercero—, acabó diciendo xiǎng cào, lo cual en chino vulgar puede sonar muy ofensivo. La dependienta no pudo evitar reírse.

• Ayúdanos a conocerte mejor, cuéntanos alguno de los viajes que has hecho.

  Uno de los viajes más significativos que he hecho fue el verano pasado, cuando visité la ciudad de Gongyi con mi mejor amiga. Se trata de una pequeña localidad situada a una hora en tren desde mi ciudad natal, Zhengzhou. Fuimos a conocer el mausoleo de la dinastía Song, y al coincidir con la canícula y tratarse de un sitio poco turístico, no había nadie más a nuestro alrededor.
  Caminamos entre dos filas de esculturas de piedra talladas con gran detalle, hasta llegar al cementerio imperial. Allí, frente a una enorme tumba flanqueada por dos estatuas de cortesanos, nos sobrecogió el contraste entre la grandeza de los antiguos emperadores y la sobriedad del lugar. Recordé la frase: “Polvo eres, y al polvo serás tornado”. He visitado sitios más conocidos o más bellos, pero fue en ese viaje donde comprendí que no es el destino lo que importa, sino la mirada con la que se contempla el mundo.

• ¿Qué te hace ser un/a Superprof (aparte de dominar a la perfección tantos idiomas?

  Diría que la curiosidad y la paciencia. La curiosidad me impulsa a seguir aprendiendo constantemente: cuando un alumno me plantea una duda que nunca me había planteado, no me conformo con una respuesta superficial, sino que investigo y reflexiono para ofrecer una explicación comprensible y rigurosa. Esta actitud hace que cada clase sea única y evita que la enseñanza se convierta en una mera repetición.
  Por otro lado, la paciencia me permite adaptarme al ritmo de cada estudiante. Nunca dejo que un alumno termine una clase con dudas sin resolver. Busco siempre nuevas formas de explicar los conceptos —incluso recurriendo a dibujos o representaciones— hasta que logren comprenderlos plenamente.